La tragedia del Everest 1996 será llevada al cine
“El 10 de mayo coroné el techo del mundo, pero el precio que pagué por ello fue terrible”. Habla Jon Krakauer en el libro Mal de altura, que resume la tragedia que ocurrió en el Everest en el año 1996. Una historia que ya es un best seller internacional y que ahora se está rodando en formato película.
“Acepté el encargo porque la mística del Everest me tenía atrapado. A decir verdad, me moría de ganas de escalar esa montaña […]. Cuando Linda me acompañó al aeropuerto, ya era muy consciente de mis evasivas. Presentía la verdadera dimensión de mi capricho, y eso la asustaba.
—Si mueres –argumentaba entre desesperada y colérica–, no serás tú el único que pague el precio. Yo también tendré que pagar, y durante el resto de mi vida. ¿Es que eso no te importa?
—Nadie va a morir –respondí–. No te pongas melodramática”.
El diálogo de esta escena podría verse en la gran pantalla, aunque de momento solo pertenece al libro Mal de altura (Desnivel, 2014), escrito por el periodista Jon Krakauer. Una historia real que se lee como una novela y que ahora ha dado el salto al cine de la mano del director finlandés Baltasar Kormákur.
«Un temporal que se desató de improviso cuando aún estaban en la cumbre»
La historia es conocida: Jon Krakauer partió hacia el Himalaya en 1996 para escribir un reportaje sobre la creciente explotación comercial del Everest. Su intención era analizar los motivos de que tanta gente esté dispuesta a someterse a riesgos antes reservados a alpinistas profesionales. Tras coronar la cima más alta de la Tierra, Krakauer comenzó el peligroso descenso, pero no todos lo consiguieron; hubo muertes, hubo heridos y mucha controversia.
“De mis cinco compañeros que conquistaron la cima, cuatro, incluido Rob Hall, perecieron en un temporal que se desató de improviso cuando aún estaban en la cumbre. Para cuando volví al campamento base, nueve alpinistas de cuatro expediciones distintas habían muerto ya, y aún habría otras tres víctimas antes de que terminara el mes”, explica en el libro.
La tragedia del Everest es también una historia sobre la ética comercial de aceptar clientes inexpertos para subir ochomiles
Entre los ocho fallecidos durante el descenso de la cumbre se encontraban los directores y guías de montaña de dos de las compañías comerciales más importantes del Himalaya: Rob Hall, director de Adventure Consultants, y Scott Fisher, de Mountain Madness.
La tragedia del Everest es también una historia sobre la ética comercial de aceptar clientes inexpertos para subir ochomiles y sobre la masificación de la montaña más alta de la Tierra. “Mientras me sujetaba a la cuerda fija y me disponía a rapelar sobre el borde del escalón (Hillary), me percaté de un alarmante espectáculo. Nueve metros más abajo, en la base del escalón, había una cola de más de una docena de personas”, relata Krakauer.
Una polémica en cuyo fondo entran en conflicto dos maneras de contemplar la profesión de guiar en altitud
Otro elemento de debate y polémica fue la decisión de Anatoly Boukreevde no usar oxígeno mientras abría huella y guiaba la ascensión de uno de los grupos. El ochomilista más fuerte del momento (y que luego falleció en 1998 en el Annapurna) fue criticado por Jon Krakauer en su libro y eso dio pie a que se publicase Everest 1996. Crónica de un rescate imposible(Desnivel, 2015), su versión sobre los hechos.
Una polémica en cuyo fondo entran en conflicto dos maneras de contemplar la profesión de guiar en altitud. Sin que esto signifique dejar a los clientes a su suerte, Boukreev era de la opinión de que los alpinistas debían estar a la altura de la montaña. «Para escalar a 8.000 metros (…) no hay dinero que pueda garantizar el resultado. Parece que cada vez hay más gente dispuesta a pagar dinero al contado, pero no todos tienen intención de invertir en sí mismos, de aportar el esfuerzo personal que haga falta para prepararse gradualmente en cuerpo y mente, de comenzar con cimas más bajas y dificultades más sencillas y para intentar al final subir ochomiles»
(Anatoly Bukreev, héroe o villano, por Mirella Tenderini, Desnivel 146).